Quinto día en Berlín: Mühlenstraße

El domingo amaneció nublado e incluso ya había estado lloviendo por la noche, puesto que las calles aparecían mojadas. Ese día yo había pensado ir al mercadillo callejero (Flohmarkt) que todos los domingos se celebra en Ostbahnhoff, pero en lugar de eso nos recomendaron que fuéramos a uno que se celebraba en las cercanías de la estación de U-Bahn de Schönhauser Allee porque era más pinteresco. Resulta que debajo de la estructura de metal del U-Bahn está Konnopke, uno de los sitios que yo quería visitar, así que, decidimos que era mejor idea ir a ese rastrillo. Lo primero que llama la atención es la cantidad de gente que acude a ese tipo de mercadillos, como aquí en España. En eso somos iguales, yo creo que en todas las partes. Alrededor del mercadillo hay un motón de Biergarten en los que la gente come y pasa un buen rato. Así que, como si se tratara del Rastro de Madrid, nos dispusimos a comprar cualquier cosa que nos apeteciera en este mercadillo. Lo que más nos llamó la atención fue que también había alguna actuación callejera. La más curiosa era la de un robot hecho con piezas de desecho y que resultaba muy simpático. Aquí tenéis una foto del robot:

Después de un gran paseo por el mercadillo, decidimos ir de vuelta a la estación de metro, pues teníamos planeado comer en Konnopke sus famosos Currywurst, que hasta el propio Erich Honecker iba a comerlos allí. Pero resulta que Konnopke sólo abre los días de diario (Wochetage), así que tuvimos que posponer nuestra comida allí para mejor ocasión. Donde comimos fue en un restaurante italiano muy coqueto y en el que se come estupendamente y que está en los alrededores de la estación de Schönhauser Allee. Allí también encontramos una «taberna española» que se llama «Manolo» y que da, según ellos, «tapas»…  Cualquier parecido con nuestras tabernas, es pura coincidencia.

Mientras que estábamos comiendo, pudimos ver que había una línea de tranvía que nos llevaba a Warschauer Straße, que era donde queríamos ir después. Así que, sin pensárnoslo mucho, cuando terminamos de comer, tomamos dicho tranvía, disponiéndonos a disfrutar de un viaje en él y ver cosas nuevas. Las calles por las que estábamos pasando se parecían bastante a las calles de Madrid en la zona de Fuencarral o de El Puente de Vallecas… Creo que se parecían a las que no estuvieran en el centro histórico de cualquier ciudad. Además, en estas se podía ver la típica pátina de decadencia de las calles de la antigua DDR.

Según íbamos terminando nuestro trayecto, comenzaba a chispear, pero teníamos la esperanza de que sólo fuera eso y poder llegar a Mühlenstraße para contemplar los casi 2 Km. de muro en el que las personas y artistas que lo habían hecho en el antiguo, habían vuelto a pintar las pintadas más famosas. Warschauer Straße es una gran calle en cuesta que termina en Warsawer Platz, que tiene un puente sobre el Spree que se llama Schlesisches Tor. Bueno, pues ya casi llegando a Warsawer Platz, comenzó a llover de tal forma que tuvimos que refugiarnos debajo de un gran parasol de una terraza de un imbiss. Como la lluvia duró mucho tiempo, la sombrilla empezó a ceder y amenazaba con dejar caer todo el agua que retenía sobre nosotros. Por eso mismo, como pudimos nos fuimos a refugiar debajo de los raíles de la estación de U-Bahn de Warsawer Platz. Desde allí podíamos ver el fabuloso puente que es Schlesisches Tor y nuestro objetivo final: Mühlenstraße. No nos lo podíamos creer… Teníamos a nuestro alcance uno de los paseos con los que habíamos soñado al ir a Berlín y la lluvia no nos dejaba poder hacerlo. Después de un buen rato, pudimos salir y, mientras terminaba de llover, dar un paseo por debajo de Schelesisches Tor. La verdad es que es una puerta de acceso desde el Este a Berlín (de ahí el nombre de la plaza: Warsawer Platz) hecho en ladrillo y muy vistoso. Esta es una foto del mismo:

Por debajo de él se puede andar y, como si de un soportal de Santiago de Compostela se tratase, nos protegía de la lluvia, así que, estuvimos por debajo echando un vistazo a lo que se veía por el Spree al otro lado del puente, que, por cierto, tiene unas vistas muy bonitas. Entre ellas, se puede apreciar una gran estatua de dos hombres no sabría decir si luchando cuerpo a cuerpo o apoyándose el uno al otro:

Cuando hubo dejado de llover, comenzamos a bajar por Mühlenstraße contemplando y tirando fotos a cada uno de los trozos de muro que allí hay. Aquí fue cuando me di cuenta que el camino que habíamos hecho era el mejor pues Mühlenstraße es en cuesta y desde Warsawer Platz se la pilla cuesta abajo 😉

Aquí os dejo una muestra de Mühlenstraße:

Este imita al antiguo Checkpoint Charlie, incluyendo la famosa foto del soldado de la DDR que se salta el muro…

Este es el famos beso de Breznev y Honecker. En el rótulo de abajo se puede leer un mensaje que me parece muy irónico: «Dios mío, ayudame a sobrevivir esta vida mortal». Esta frase la podría haber dicho Unamuno…

Esta reproduce el interior del encarte del disco «The Wall» de Pink Floyd.

El célebre Trabi rompiendo el Muro de Berlín. La matrícula del Trabi es la fecha de su caída.

Por último, una «pintada» muy irónica con el Muro de Berlín, enseñando su «currículo de vidas», es decir, el número de víctimas que causó el muro cada año que estuvo levantado. Cada vida está representada por una rosa.

La Mühlenstraße termina justo en una plaza en la que esta la Ostbanhof, con lo que entramos allí para ir a nuestro hotel. Justo en el vestíbulo, según se entra a la derecha, hay una gran maqueta de trenes con la que se puede jugar y, claro, allí estuvimos un buen rato jugando con ella. Después cogimos un S-Bahn y nos fuimos para el hotel.

¿Quieres visitar Potsdam con nosotros? Pues no te pierdas mi próxima entrada: Friederisiko.

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