Tercer día en Berlín: El maravilloso Altar de Pérgamo

El tercer día lo pasamos dedicado por completo a la Isla de los Museos (Museumsinseln), pero no vayáis a pensar que vimos muchos… Con los dos que vimos tuvimos bastante para todo el día.

La Isla de los Museos es una isla que está en medio del Spree y que, como ya comenté en mis otras entradas, uno de sus laterales coincide con el comienzo de Unter der Linden. En ella se concentra una de las mayores cantidades de museos por metro cuadrado del mundo. Hasta tal punto la Isla de los Museos es importante, que está declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco (1999). Como he dicho, en ella hay muchos museos, pero dos de ellos merecen la pena sobre todos los demás, y esos fueron los que vimos: El Neues Museum y el Museo de Pérgamo.

No teníamos demasiada prisa esa mañana, pues la isla está muy cercana a Alexanderplatz, y, por lo tanto, a nuestro hotel. Así que fuimos paseando tranquilamente, esta vez por la acera de la izquierda de Karl-Liebknecht-Straße (según se mira hacia la Puerta de Brandenburgo). Allí, por pertenecer toda esta zona a la antigua DDR, nos encontramos con algo no demasiado sorprendente. En el jardín que está a la izquierda, justo antes de llegar a la Isla de los Museos, hay un monumento a Karl Marx y Engels, como todo el mundo sabe, padres del socialismo y el comunismo. Aquí podéis ver una foto de este monumento:

Junto a este monumento hay dos paneles de acero que van contando la historia del movimiento obrero mediante grabados al aguafuerte. Nos llamó poderosamente la atención que hubiera pegatinas del partido español Izquierda Unida en uno de ellos, al igual que alguna que otra de los sindicatos UGT y CC.OO. Está claro que no éramos los únicos españoles que habían descubierto ese pequeño recoveco en Berlín, ¿no os parece? Desde allí, se tiene también una buena vista de la Catedral de Berlín, como se puede apreciar en esta fotografía:

El primer museo que visitamos fue el Neues Museum. En él se pueden ver infinidad de objetos de arte egipcio, así como papiros en todos los idiomas de la época antigua (griego, jeroglífico egipcio, latín…). Lo más destacable en este sentido, es la gran colección de objetos egipcios, entre los que destaca el busto de la reina Nefertiti. Es una pena que no se pueda fotografiar dentro de la sala en la que lo único que está es este busto. Además siempre hay un guardia muy serio que en el momento que te ve echar mano a la cámara te dice eso de «Bitte, keine Foto!» y, ¡hala!, como te lo dice tan serio, no tienes más que hacerle caso, claro. En este museo es también muy interesante toda la parte correspondiente a la historia de los pueblos germanos y la influencia de Roma sobre estos. En cuanto a eso, lo que más me gustó fue un fresco de una de las salas en el que se ve al dios Odín y una representación del Valhalla, que podéis ver aquí:

Lo último que se puede ver en este gran museo es todo lo relativo a la época carolingia, con una gran colección de objetos, incluída una pequeña moneda de la época.

Después de eso, nos fuimos a comer. Como Karl-Liebknecht-Straße está cerca, y el día anterior habíamos descubierto una pequeña callecilla que salía de esta con unos restaurantes que parecían interesantes, fuimos allí. La callecilla está al lado de las tiendas de souvenirs que comenté en anteriores entradas y está flanqueada por unas columnas con muñecos en su extremo. La verdad es que comimos bastante a gusto y por un precio moderado. Aquí tenéis una foto de la entrada a la callecilla, para que la podáis identificar:

Después de comer marchamos a ver el museo de Pérgamo. Una amiga me había dicho que no podíamos dejar de verlo, y la verdad, tenía razón. El Altar de Pérgamo está situado en la planta baja y es la primera sala que uno ve. La entrada al museo se hace a una sala enorme en la que está la cafetería y un espectáculo 3D. También están los guardarropa. Todo está relativamente iluminado. Desde allí, como he dicho, lo primero a lo que se accede es a la sala del Altar. La primera impresión que uno tiene es de enormidad, de grandeza, como si realmente estuvieras delante de algo impresionante. He visitado muchas ciudades en este mundo y sólo han conseguido dejarme sin respiración (algo así como le pasó a Stendhal en la Cartuja de Parma) en El Campo de Marte en París, en la Plaza de San Pedro del Vaticano en Roma y aquí. La pena es que no se puede fotografiar de una sola vez. La mejor foto que tengo, para que entendáis su grandeza es esta:

Pero eso es sólo la primera sensación. Lo mejor viene después, cuando uno ve todo alrededor de la gran sala y de los propíleos del altar los relieves de lo que fue el friso de tan majestuosa obra. En ellos está representada la Gigantomaquia, es decir, la lucha de los dioses del Olimpo en contra de los Titanes (o Gigantes), sus hermanos… El asombro y la apertura de boca es constante. Uno sólo se da cuenta de lo que significó el arte griego cuando está ante estos frisos. Aquí os enseño uno de los que mejor conservado está. En él se puede ver cómo en un friso se conserva la profundidad en una escultura sobre mármol. ¿No os parece fantástico? A mí sí.

Pero no es sólo el altar de Zeus de Pérgamo (que ese es su nombre completo) lo que se puede ver de época griega helenística, si no que también hay una grandiosa estatua de Atenea Niké con la que uno se puede hacer una idea de cuán grande sería la de Atenas, pues esta está hecha a imagen de aquella.

Después de visitar todo lo correspondiente al mundo griego y Pérgamo, uno pasa a una gran sala en la que están representadas todas las maravillas de Asiria y Mesopotamia, entre ellas la reconstrucción de la grandiosa Puerta del Mercado de Ishtar, con los leones con cuerpo de hombre de la entrada. Aquí os dejo una fotografía de ellos:

También hay una copia de la Estela de Hammurabi con el famoso Código de Hammurabi. Y por último, una representación de cómo se fue construyendo la famosa Torre de Babel. En conclusión, el Museo de Pergamo es una de las visitas obligadas que uno tiene que hacer cuando visita Berlín, en serio.

Una vez que salimos del Museo de Pérgamo, fuimos a la Universidad Humbolt, puesto que uno de mis hijos había quedado con uno de los vendedores de libros que comenté en una anterior entrada. Mi hijo estaba interesado en encontrar algo de Bertold Brecht, pues le había gustado lo que había leído suyo en su curso de Literatura Universal. Y el vendedor había quedado en buscar en su casa y traérselo. El resultado: le trajo una colección de las obras completas de Bertold Brecht por las que no le cobró ni un sólo duro… Le dijo que él tenía bastante con saber que estaba en manos de alguien capaz de entender la literatura de Bertold Brecht. Todo un personaje este librero, toda una gran persona de las que uno se encuentra por el mundo adelante y al que desde aquí quiero dar las gracias. Si alguna vez viajais a Berlín, paráis en la Universidad Humbolt y le véis, decidle que he aportado mi pequeño granito de arena para hacerle famoso desde Internet. ¡Ojalá vendas muchos libros y tengas largos años de vida para seguir ilustrando a todo aquel que quiera pararse cinco minutos a escuchar lo mucho que tienes que contarle, amigo! Du bis wunderbar!! Pero, bueno, dicen que una imagen vale más que mil palabras. Aquí tenéis al gran Cicerón berlinés junto con mis dos hijos:

Bueno, y aquí termina este intenso día… La próxima entrada: Una burbuja de cristal en medio del Tiergarten.

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